Nessa Yávëtil

Crónica de un Jueves Santo

Ella había olvidado su lámpara para la excursión del día siguiente, al río subterráneo, así que ambos se dirigían a casa de un amigo, a cinco cuadras, para pedir una prestada. Eran las ocho de la noche y caminaban distraídos sobre una avenida grande y transitada. Enfrente, dos mormones se detenían a tocar en una casa y dos individuos se detenían para preguntarles algo. Un par de minutos después, ellos se detienen en una esquina para cruzar la avenida y los individuos se detienen frente a ellos, dando la espalda a la calle.

-Disculpe, disculpe, ¿cómo llego a La Popular?
-Mmmm... tiene que tomar... ¡La 54 lo deja!... Oooo también puede tomar la 20, se baja en la 104
-Ah, es que acabamos de preguntar a otras personas y nos dijeron otra cosa
-No, hágame caso, está fácil. La 54
-Es que mire, la verdad es que nosotros nos dedicamos al asalto. Se levanta la playera y les muestra la pistola

Ella se paraliza, mira la pistola y dice no en voz muy baja. Después, gira sobre su eje y empieza a caminar muy despacio hacia la siguiente esquina, del mismo lado de la avenida. Escucha que le gritan a lo lejos, pero no entiende qué dicen y tampoco se detiene. Espera que él la siga, pero cuando se da cuenta que él se quedó, piensa que debe llamar a la policía. Los coches pasan por la avenida, no puede cruzar. Corre para poder esquivarlos, llega al otro lado donde hay una Miscelánea y aún con la menta nublada pide ayuda. Una mujer embarazada atiende la Miscelánea, y parece no entenderle. Después, la mujer embarazada toma el teléfono y llama a la policía, mientras ella presencia cómo, en contra-esquina, le quitan a él sus pertenencias. Su mente sigue nublada y parece una eternidad el tiempo que pasa. No sabe lo que sucede. De repente, los individuos salen corriendo en sentido contrario, esquivan los coches con maestría y desaparecen en la oscuridad. Él también cruza la avenida, pero en dirección a ella. Está confundido, pero bien. No le han hecho daño. Su mente empieza a aclararse.

-¿Estás bien?
-Sí. Se abrazan.
-¿Qué te quitaron?
-Todo. El celular y la cartera.

Ella voltea en dirección a la tienda pues la mujer embarazada le habla. Cuando regresa la mirada buscándolo, él ya no no está. Lo busca y lo ve a lo lejos, corriendo en dirección contraria. Su mente comienza a nublarse de nuevo. Unos minutos después él está corriendo hacia ella.

-¿Qué pasó?
-Fui a buscar mi cartera
-¿Los fuiste a seguir?
-No, fui a buscar si habían tirado mi cartera. No la encontré
-Dios, pensé que habías ido a buscarlos. Se abrazan
-¿Qué hago? Dios. ¿Qué hago?
-¡Malditos desgraciados, hijos de su maldita madre!
-¿Qué hago?
-Tienes que cancelar la tarjeta. Yo me quedo a esperar a la policía y tú corre a casa de tu amigo a cancelar la tarjeta.

Él se va corriendo y se pierde en la oscuridad. Ella se queda en la tienda a esperar a la policía. Marca *264 y cancela el número de celular. Después, llega un amigo de él a buscarla.

-Estoy esperando a la policía
-¿Hace cuánto hablaste?
-Hace como 20-25 minutos
-No van a llegar. Ya vámonos

Se unen con él y van en dirección a la casa, el punto de inicio. La patrulla llega y él la detiene. Ella también corre a la patrulla.

-Súbanse, no puedo atenderlos ahora. Tengo que ir a verificar un asalto en una Miscelánea
-Ah no, el asalto fue a nosotros. Yo lo reporté desde la Miscelánea
-No, me reportaron que había sido en la Miscelánea, tengo que ir a verificar
-Señor, no asaltaron la Miscelánea, yo reporté el asalto desde la Miscelánea. El policía la ignora y llegan a la Miscelánea.
-¿Entonces no asaltaron a la Miscelánea?
-No
-Ok. A ver, entonces, ¿qué pasó?
-Nos asaltaron. Bueno, ella pudo irse, pero a mí me quitaron la cartera y el celular.
-Ok. ¿A qué hora ocurrió el asalto?
- Hace como media hora
-¿Y por qué tardaron tanto en hablarnos?
-¿Tardar tanto? Señor, mientras a él lo asaltaban, yo les estaba hablando por teléfono y tardaron MEDIA HORA en llegar. ¡Media hora!
-¡Ay! No exagere señorita. Toma el radio. Aquí 1514, ¿hace cuanto se reportó el 6765?
-Por el radio. Hace 25 minutos
-¡Ya ve! No nos tardamos tanto

El policía los lleva a la casa.

-Mire, lo que tiene que hacer ahora es reportar la tarjeta y levantar un acta en el Ministerio Público
-¿Y sí sirve de algo o nadamás es para pura estadística?
-No, sí sirve. Por ejemplo si ven a los delincuentes mañana o pasado, nos llaman y ya con el acta venimos y los detenemos. ¡Pero llaman luego luego!

Cierran la puerte tras de sí y la desesperación, la impotencia y la incredulidad la invaden. Llora. Después, él cancela su tarjeta y juntos se dirigen a levantar el acta en el Ministerio Público. A ella no le permiten levantar ningún acta porque no sufrió ningún daño ni le robaron nada. Y así, juntos, regresan a casa con el conocimiento de que el acta sólo funcionará para protegerse si es que se hace mal uso de los documentos que se encontraban dentro de la cartera.

La excursión al río subterráneo se cancela. Ellos sienten impotencia, decepción, coraje y tristeza, pero piensan que tal vez fue una señal divina, en aquel Jueves Santo, que les impidiera ir al río subterráneo, porque tal vez no era seguro ir.

Etiquetas: crónicas, desesperación, Mano Superior, México, tristeza

escrito por Nessa Yávëtil a las 9:40 p.m.