Chalchivitl
La primera vez que me enteré lo que era un chalchivitl pensé que quería ver uno. Pensaba en cómo se vería su brillo, su hermoso color verde transparente. Y me decía a mí misma: “Cuiacatlmolotl, algún día lo verás”. Pero Chalchiunenetl me decía que sería mejor nunca verlo, porque si así fuera querría tocarlo.Yo seguía imaginando la belleza del chalchivitl y pensaba en sus características. Se convirtió en una necesidad el que mis ojos se posaran en él, así que mis acciones se enfocaron en ello. ¡Lo logré! Logré ver un chalchivitl. En ese momento, que me pareció todo un siglo ensimismada, pensaba que ahora no podía conformarme: Debía tocarlo.
Chalchiunenetl había tenido razón: Ya no era suficiente sólo admirarlo, debía sentir si era tan liso como parecía, sus bordes, sus facetas... debía tocar la belleza que observaba. No fue fácil, tuve que valerme de una serie de artimañas y trucos, pero al final lo toqué. ¡Era magnífica la sensación! De repente estaba en un mundo verde, con olor “verde” y textura “verde”. ¡Me encantaba! Pero mi mente insistía en que no podía haber sido la única vez que experimentara la maravillosa sensación de hacía sólo unos momentos. No, ahora era una necesidad poseer el chalchivitl. Fue imposible, no pude obtenerlo en ese momento y en esas circunstancias.
Regresé a mi chantli y no dejaba de pensar en la forma de hacerme de ESE chalchivitl, el que había imaginado y luego visto, sentido y olido. ¿Por qué su sabor no era “verde”? ¿Por qué su sonido no era “verde”? Esas ideas me atormentaban. Pensé: “Cuiacatlmolotl, debes ser razonable, tranquilízate, piensa y analiza la situación con calma”. Eso fue después de escuchar las palabras de Chalchiunenetl: “Cuiacatlmolotl: Al final, no es el único chalchivitl, piensa en lo que quieres en TU chalchivitl”.
Entonces comencé a pensar cómo quería y cómo sería Mi chalchivitl, el que fuera para mí, con lo que yo necesitaba, lo que me haría feliz. No me conformaría.
Mi mente empezó a darle forma a Mi chalchivitl, al que yo merecía. Si, ese chalchivitl, el que estaba hecho para mí, no debería ser verde, debería tener una gama de tonalidades verdes, desde el verde esmeralda hasta un verde-sepia, con destellos de un verde brillante, que me iluminaran. Además, yo quería que no sólo oliera “verde”, quería que tuviera también un aroma floral, ¡me encantan las flores! Con una nota cítrica. Quería un aroma fresco que me revitalizara y me hiciera soñar, pero a la vez me hiciera darme cuenta que el mundo no se acababa ahí, si no que es vasto, amplio y grande. ¡La textura! Mi textura sería suave pero firme, segura, también “verde”, pero no sólo “verde”. Verde, verde, sabor y sonido “verde”. Si, pero el sabor también sería dulce, salado, agrio y hasta amargo. La idea de sonido “verde” me encantaba, quería que fuera armonioso, verdadero, honesto, amoroso, quería un sonido inteligente, grandioso... Así sería MI chalchivitl.
Ya no era una necesidad encontrarlo. Pero un día lo vi. Era perfecto, tal y como yo lo deseaba. Y me dije: “Cuiacatlmolotl, éste es TU chalchivitl, el Chalchivitl”.
12:25 am
chalchivitl –chalchiuitl
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Etiquetas: felicidad, náhuatl, narraciones, pareja
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