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viernes, diciembre 12, 2008

Mis pasos por los desastres automovilísticos... o pruebas de que Dios existe

A través de este post quiero:

1. Demostrar que sé un poco de mecánica automotriz... o al menos que ya no sólo me suelto a llorar si tengo algún problema.

2. Hacerle un homenaje a los coches que han pasado por mis manos. En especial a mi querido "Naqui". Adiós Naqui, fuiste un buen compañero.

3. Demostrar que Diosito nunca me ha dejado sola, ni cuando creí estar en las peores situaciones... siempre me ha enviado ángeles.


He aquí mis pasos por los desastres automovilísticos... o algunas pruebas de que Dios existe.

Empecemos:
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1.
Desastre: Un día salía de mi clase de Flamenco en "La Pirámide". Como sabemos, por ahí no hay tráfico, ni muchos coches, pero mi gran habilidad al volante hizo que chocara el coche de mi papá con un poste de luz, intentando sacarlo de reversa. Mmmmm... ¿qué haría?


Ángel: Llegué a mi casa casi volando, mi mamá vió el golpe y juntas lo llevamos con el conserje de nuestro antiguo edificio, quien le sacó el golpe. Mi papá se dió cuenta mucho tiempo después y yo negué los hechos.
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2.

Desastre: Poco tiempo después de comprar a "Naqui", iba rumbo a mi trabajo en Santa Teresa. Pero antes, tuve que parar afuera de un banco en las Águilas para hacer... algo, no me acuerdo. Todo salió muy bien en el banco. De regreso al coche, éste no quería arrancar, se ahogaba. Yo pensé "debe ser que no traía gasolina". A una cuadra del banco hay una gasolinería, por lo que fui a comprar. ¡Oh sorpresa! No puedes comprar gasolina si no traes el "bote oficial". Tuve que comprarles uno y en él depositaron como $30 de gasolina. Le eché la gasolina al coche, intenté arrancarlo, y nada. Varios intentos después el coche arrancó, y yo llegué apestando horriblemente a gasolina al trabajo. El problema: La válvula TVI.

Ángel: Después de comprar la gasolina y llegar al coche, me dí cuenta que no tenía cómo echárla. No traía una manguera, ni un cartón.... nada. Mientras me peleaba con la gasolina -y al mismo tiempo mis manos iban adquiriendo un olor penetrante-, un muchacho desconocido pasó y me regaló la pasta de su cuaderno, que dobló en forma de cucurucho. Así pude echarle gasolina a "Naqui".
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3.

Desastre: Uno de los pocos días que salí temprano del ITAM, nos quedamos de ver mis amigas de la prepa y yo para echar el chisme. Mi coche, por alguna extra razón -porque sólo como dos semestres lo hice-, estaba en el estacionamiento de la escuela. En el último piso. Subimos los innumerables pisos, subimos al coche, e íbamos plátique y plátique, absortas del mundo exterior... hasta que llegamos al empedrado de San Ángel. Ahí me dí cuenta que había un ruido raro, que se oía afuera, peeero... la plática estaba más interesante. Seguí manejando por el empedrado, y el ruido seguía. Me empecé a preocupar después de un rato, hasta que me paré. Bajé del coche y ví que traía una llanta ponchada y que mi rin estaba siendo destrozado por el empedrado de San Ángel... sumándole mi violenta forma de manejar. Muy bien. No traía nada de dinero (otra cosa extraña... ejem), y estaba en medio del empedrado.



Ángel: Manejé a paso de tortuga hasta Revolución, donde había un local de Talachas. Logré salvar mi rin, pero seguía sin dinero. Yanina, muy amablamente, me prestó el costo de la talacha, y así pude llevar a mis amigas a sus casas y llegar a la mía.

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4.

Desastre: Un día, como muchos, salí muy tarde del ITAM. Extrañamente, de nuevo, mi coche estaba en el estacionamiento. Serge y yo caminábamos alegremente rumbo a nuestros coches.

Serge: Te acompaño a tu coche

Yo: No, ¿pa' qué? Es nadamás un piso más arriba y ya.

Serge: No seas payasa, te llevo en el coche.

Yo: Bueeeeeeno (torcimiento de ojos en desaprobación)

Me subí al coche de Serge, y subimos un piso más hasta llegar al penúltimo, donde sólo quedaban mi coche, y un par más.

Serge: Te espero a que arranques

Yo: No, ¿pa' qué?

Serge: Pero qué necia...

Yo: (torcimiento de ojos)

Me subo al coche y ¡oh sorpresa! ¡no arranca!

Serge: Ya ves, ashhhhhh

Ángeles: Serge me iba a pasar batería, pero no estábamos seguros del proceso. Después llegó "Gatito", amigo de Pop, quien sí conocía el proceso, y mi coche revivió. Posterior a ese acontecimiento, le cambié la batería al coche.

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5.

Desastre: Un día iba manejando a mi trabajo en Santa Teresa, me iba a incorporar al Periférico a la altura de Televisa -por el desnivel-, cuando me doy cuenta que un coche se había quedado sin gasolina en la lateral. Yo dí el volantazo para no estrellarme con el coche sin gasolina, pero me fui a estrellar con una camioneta -recién salida de la agencia- de enfrente. OK. Mi cofre estaba todo hecho acordeón, y el policía que llegó me dijo "Uyyy señorita, eso no arranca pero ni a patadas". Pero, ¿qué creen? Que sí arrancó. Yo por supuesto no tenía seguro -porque no tenía para pagar el seguro-, pero la señora llamó al suyo. Aproveché para pedirle prestado su celular y hablarle a mi mamá para informarle. Llegó el ajustador y al verme sola, desde el principio se aprovechó. Me dijo: "¿Qué no le va a hablar a ningún familiar para que la venga a ayudar?", y yo le contesté: "No hay ningún familiar que me pueda venir a ayudar".

Ángeles: Cuando llamé a mi mamá, obviamente ella no podía hacer nada por mí, porque para empezar ni coche tenía para llegar al lugar del accidente... menos dinero para pagar el golpe... pero le habló a Roberto (Yobethoo), quien estaba en el cine, pero que llegó en mi auxilio un poco después de que había llegado el ajustador. Para no hacer el cuento largo, el ajustador se pasó de listo y me sacó $10,000 por la pintura de la defensa de la camioneta, pero yo no tenía los $10,000 para pagar el golpe, así que Rob me dijo que él me los prestaba. Peeeero, ya era tarde y no podíamos sacar el dinero de un cajero, así que Rob le habló a Christian, quien llegó después de un rato, y me prestó su tarjeta de crédito para pagar el golpe. Total que la cosa estuvo así: Chris pagó el golpe con su tarjeta y Rob le pagó a Chris para que tuviera con qué pagar la tarjeta. Después Paco me prestó para pagarle a Rob, y yo le fui pagando a Paco poco a poco... durante mucho tiempo. Y eso sin contar lo que me costó reparar mi coche :-(

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6.
Desastre: Manejando rumbo a Santa Teresa, a punto de salir hacia la lateral, enfrente del Camino Real, todos los focos del tablero se prendieron, de repente el coche actuó raro, pero siguió andando. Cuando intenté cambiar de velocidad no pude, y los focos seguían prendidos. Alcancé a navegar hasta la salida del Periférico y ahí me quedé parada.

Ángel: Un señor que también quería salir de Periférico empujó el coche hasta el otro lado del Periférico justo enfrente del Camino Real. Le dí las gracias y le pregunté si sabía dónde había un mecánico. Me dijo que no tenía idea, y se fue. Después me acordé que a la vuelta del ITAM había un mecánico, pero no podía dejar ahí parado el coche porque se lo llevaría la grúa. Efectivamente, llegó un policía con una camionetota para moverme. Le expliqué mi situación, intentó pasarme corriente, y nada... Total que terminó empujándome hasta el mecánico. El problema: la válvula TVI había muerto.
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7.

Desastre: Algún Jueves de Teatro, en la época de las remodelaciones del Periférico, llegué temprano a la escuela, y estacioné mi coche a la vuelta, del lado empedrado de San Ángel Inn. Por supuesto estuve todo el día en el ITAM, y después del Taller de Teatro, como 10:15 PM, Pop me llevó a mi coche. Estuvimos platicando un rato, después me bajé, ella se fue, y yo me subí a mi coche. Lo arranqué, empecé a avanzar, y noté que le costaba mucho trabajo avanzar. Me paré en la calle, justo en la intersección entre la calle donde me había estacionado y la calle por donde desviaban el tráfico del Periférico cuando lo cerraban a las 10:30, y me bajé del coche. ¡Sorpresa! Las dos llantas del lado izquierdo estaban totalmente desinfladas. La razón: navajazos. ¡Sí! ¡Qué agradable situación!: a las 10:30 en una calle oscura, empedrada, con dos llantas ponchadas. ¡Adivinaron! No traía llanta de refacción, ni crédito en el celular. Ok...

Ángel: después de un ratito, pasó Xochicalli, la directora del Taller, en su coche con su mamá. Su mamá iba manejando, porque en aquélla época Xochicalli traía el brazo roto... y no traía llanta de refacción. Se estacionó junto a mí y analizamos la situación... Xochicalli le habló por telefono a Bono, quien estaba en alguno de los lugarcitos enfrente del ITAM, porque era Juebebes. Bono llegó después de caminar el trayecto del ITAM hasta donde estaba estancada, y me preguntó si traía llanta de refacción. La respuesta ya la conocemos: sí tenía, pero ponchada, por lo tanto no tenía. Entonces ya tenía quien me ayudara a cambiar la llanta, pero no tenía llanta. Dieron las 10:30 y el tráfico del Periférico se empezó a desviar por donde yo estaba... ¡y yo a media calle, sin poder mover el coche, por el empedrado! Cuando empezaron a pasar los coches, pasó Láyon, ¡quien sí traía llanta de refacción! Era de una rodad distinta, pero me la prestó y Bono ayudó a cambiarla. La otra llanta se quedaría así. Después de eso, Láyon me escoltó hasta una gasolinería, para echarle aire a la llanta, y fuimos como 5 Kms/hr, hasta la siguiente gasolinería, donde volví a echar aire, porque ya estaba totalmente desinflada otra vez. Y así llegué a mi casa, tardísimo.
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8.
Desastre: Manejando sobre Río Churubusco, justo antes de Avenida Universidad, avanzaron los coches, aceleré y oí cómo tronó el Chicote del Acelerador. Lo siguiente que oí fue el cláxon de todos los coches atrás de mí.

Ángel: El señor que estaba atrás de mí se bajó y me ayudó a orillar el coche, y se fue. Me bajé del coche, lo cerré y caminé como 5 metros hasta un Verificentro. Ahí pregunté al vigilante si sabía dónde había un mecánico. Me dijo que sí, y le habló a un señor dentro de un coche, verificándolo. Le expliqué mi situación y me dijo que era mecánico, que esperara a que terminara de verificar el coche y me arreglaba el chicote. Terminó de verificar, me subí a su coche y me llevó sobre Río Churubusco a una refaccionaria, donde compré el chicote. Me llevó de regreso a mi coche y lo cambió. Mi coche no tuvo ninguna complicación.
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9.
Desastre: Cuando empecé a trabajar en mi actual trabajo, tenía que dejar el coche en el Valet Parking. Un día, saliendo de trabajar, lo pedí, y el señor del Valet Parking me dijo que había un problema: que el coche no arrancaba. Efectivamente, no arrancaba.

Ángel: Afortunadamente, el coche estaba en el sótano 3, por lo que muy amablemente, el señor del Valet Parking lo bajó un sótano más, y con el impulso, logramos que saliera en segunda velocidad del estacionamiento. Así me fui todo el camino, metiéndome entre los coches, y sin pararme hasta que llegué al mecánico de por mi casa, quien diagnósticó que Naqui necesitaba un "anillado", que me salió en un ojo de la cara... aún después de negociar un buen rato con el mecánico.
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10.
Desastre: Otro día, saliendo del trabajo, el Valet Parking me informó que traía una llanta ponchada, que por supuesto no traía ponchada cuando llegué. Lo que me hace sospechar que le dieron un golpe, lo cual nunca pude comprobar. Especialmente después de que la llanta ya estaba semi-pelada de algunos lados. Creo que nunca la había cambiado.

Ángel: subí del estacionamiento al edificio, con el objetivo de llamar desde mi escritorio, pero en el Lobby me encontré a Octavio y a Mariano, quienes me ayudaron a quitar la llanta, y de paso se burlaron de que ya se le salían los cables, no apoyando mi teoría del golpe. Octavio nos llevó a que comprara una llanta, y como no encontramos dónde vendieran semi-nuevas, tuve que comprar una nueva. Después, de regreso en el estacionamiento, me ayudaron a cambiarla, no sin quejarse de mi gato, que hay que aceptar era bastante horrible.
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11.
Desastre: Otro día más de trabajo, y yo salía del estacionamiento por las rampas, cuando de repente empezaron a parpadear las luces del tablero, y el coche se quedó parado... ¡a media rampa!

Ángel: El Señor Don Alex, del trabajo, iba atrás de mí, y ya que le obstruí el paso, me ayudó a empujar el coche hasta un lugar donde no estorbara. De repente, apareció un muchacho de mantenimiento que se ofreció a ayudarme, y como yo ya sabía que seguro era algo de la batería, la checamos, y efectivamente, un cable se había desconectado. Llevó su herramienta, ajustó el cable, le agradecí mucho, y pude salir del estacionamiento sin ningún nuevo contratiempo.
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12.
Desastre: ¡Comencé la maestría! Y por supuesto, no pensaba pagar el altísimo costo del estacionamiento de la escuela, así que dejaba mi coche afuera. Una noche, no lo había dejado tan lejos, pero nos habían dejado salir muy tarde, y ya eran como 10:20, y la calle no tenía iluminación ni gente. Me subí al coche y ¡oh sorpresa! No arrancaba. De nuevo, yo ya sabía que era un problema de la batería.

Ángel: me bajé del coche y caminé hacia la escuela. Le pregunté al policía si me podía pasar batería y me dijo que no tenía coche, pero que le preguntara al muchacho de la cafetería. El muchacho ya se iba, pero me dijo que sí, y después de varios intentos, el coche arrancó. Me lo llevé así hasta mi casa, a altas horas de la noche. Llegué, lo metí al garage y ya no quiso arrancar.
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13.
Desastre: En mi casa, una mañana no arrancó el coche, pero no era un ruido de batería, ni de falta de gasolina, era distinto. Lo intenté arrancar muchas veces y cada vez sonaba peor.

Ángel: Naqui decició que se tronara la banda de distribución hasta después de llevarme sana y salva a mi casa la noche anterior. Era un coche noble. Después llegó el mecánico, y me explicó que casi le causo un daño permamente al coche al intentar arrancarlo a la fuerza porque las válvulas de descalibran, y eso sale en una lanota.
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14.
Desastre: Muchas veces, en las mañanas no arrancaba el coche porque no traía gasolina.

Ángel: De nuevo, Naqui esperaba a ya no querer arrancar hasta llevarme a mi casa la noche anterior.
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15.
Desastre: Otro día, arranqué el coche una mañana y hacía como unas explosiones pequeñas en el cofre. Así lo traje todo el día.

Ángel: En la noche llegué, me estacioné, le ajusté las bujías, que estaban sueltas, ¡y resolví el problema!
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16.
Desastre: Múltiples veces tuve problemas con las balatas porque los frenos ya iban rechinando todo el tiempo.

Ángel: al final ya sabía qué balatas tenían problemas, y resolvía el problema.
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Agradezco infinitamente a todos los ángeles de estas crónicas. Con esto demuestro que Dios existe, y que a pesar de que tuve MUCHOS problemas con Naqui, SIEMPRE hubo alguien que me ayudara, o en su defecto, ya había pasado tantas veces, que ya sabía cómo resolverlo.

Espero no tener que volver a pasar por tanto desastre, y no tener que seguir desarrollando habilidades mecánicas.

Naqui, fuiste un buen compañero, siempre te descompusiste cuando sabías que alguien me podría ayudar, o que estaba en un lugar seguro ;-)


¡Ya! Ya se pueden burlar a gusto de mí, jajajaja

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